Más del 10% de los 100.000 divorcios anuales generan situaciones de Alienación Parental donde uno de los progenitores manipula a sus hijos menores para que rechacen al otro progenitor (padre o madre) y rompan cruelmente todos los vínculos con él y su entorno. 

Esta alienación hace que los hijos rechacen todo contacto, se conviertan de facto en huérfanos, y se desarrollen sin padre o madre a pesar de la voluntad y deseo de éste de compartir su vida con los menores y ejercer la patria potestad e incluso la custodia o custodia compartida en su caso. Esto implica que en los últimos años en España más de 50.000 menores han sido forzados y abusados por su propio padre o madre para que odien a su otro progenitor se separen de él. 

En nuestro país no solo no está tipificado este tipo de delitos, como en el caso de Reino Unido, Estados Unidos o Brasil, sino que el propio sistema judicial es encubridor de esta situación, dando mayoritariamente la razón a la parte alineadora y a las declaraciones de los hijos sometidos por ésta.

Los jueces, fiscales y gabinetes psicosociales de los juzgados no tienen la capacidad, ni la mayoría la voluntad, para identificar este tipo de casos (es necesaria la intervención de un psquiatra infantil especializado) y hacen lo más fácil, lo políticamente correcto, otorgan la custodia en exclusiva a la parte alineadora que consolida su proceso de alienación y la separación de los hijos del otro progenitor; todo ello gracias al Estado.

Para hacer todavía más difícil la concienciación y legislación de este grave problema, los movimientos feministas radicales ven la evaluación y tipificación de la alienación parental como un peligro a los derechos de la mujer, asociados a la custodia de la madre (actualmente presente en dos tercios de los nuevos divorcios). Un grave error ya que negando la existencia de la Alienación Parental no solo perjudican gravemente a los hijos de todas las mujeres, sino también a las miles de madres que sufren las consecuencias de perder a sus hijos en manos de padres alienadores, que también los hay.