El presidente de Estados Unidos, Barack Obama (ganador del Premio Nobel de la Paz, en 2009) ha iniciado una campaña con las principales potencias mundiales, a favor de intervenir militarmente Siria, sin una resolución clara sobre el uso de armas quimicas por parte del gobierno de Bashar al Asad en contra de su población en Damasco, en un ataque ocurrido el 21 de agosto. Esta acción la impulsa pese a que su propia población se opone: 6 de cada 10 estadounidenses está en contra de una intervención armada hacia Siria, según una encuesta realizada por CNN.
Por otro lado, el Papa Francisco se ha manifestado en contra de una guerra y ha solicitado "¡que se acabe el sonido de las armas!”, pues “la guerra significa siempre el fracaso de la paz, es siempre una derrota para la humanidad”. Recientemente llamó a creyentes y no creyentes a una Jornada de Ayuno y Oración por la paz en Medio Oriente, en Siria y en todo el mundo a la que se unieron millones de personas el pasado 7 de septiembre.
Debido a esto, consideramos que el Papa Francisco debe recibir el Premio Nobel de la Paz, pues él realiza el mayor esfuerzo por lograr la fraternidad entre las naciones, busca abolir el uso de la fuerza militar y promueve escenarios de paz; según lo dicta el propio Comité, como un requisito indispensable para recibir ese galardón.